sábado, 3 de marzo de 2012

Capítulo 25:Amor Platónico

Julián se encontraba sentado sobre el asiento del coche que acababa de alquilar con el fin de partir en la búsqueda de su mujer.Sus filtros de búsqueda habían sido algo extraños, en concordancia con su estado emocional.Su mayor prioridad, aparte de la de adquirir un coche diésel a buen precio, era encontrar un vehículo que pudiese conectar a su móvil, y poder así escuchar una voz conocida.Era extraño, pero en aquel momento su cuerpo parecía pedirle la cercanía de alguien a quien revelarle sus secretos.Y en falta de ese alguien, de esa persona especial, había decidido acudir a su música.Desde que era apenas un crío, Julián había encontrado siempre en la música su escudero más fiel, alguien que, pese a no poder escuchar sus problemas, sabía resolverlos a la perfección con tan solo seleccionar los acordes correctos.


Aquello le había mantenido cuerdo en los momentos más angustiosos de su vida, en tramos que, como en aquel,se encontraba solo y necesitaba un hombro en el que apoyarse.Nunca había sido uno de aquellos hombres con ideas del medievo que creían que la masculinidad  era directamente contrapuesta al sollozo , pero sin embargo, pese a que los sentimientos intentaban impedirlo una y otra vez, Julián era un hombre extremadamente práctico.Intentaba prescindir de las emociones siempre que podía, y sabía de sobras que las lágrimas eran tan solo  una vía de escape para diversas substancias culpables de la "tristeza".También sabía que el cuerpo estaba perfectamente ideado para liberarse de aquellas substancias con normalidad,  sin necesidad de recurrir a la lágrima fácil.Tan solo lloraba cuando la presión era tal que abandonaba la lógica en la cuneta y emprendía un viaje tan absurdo como sobrecogedor hacia lo desconocido, tal y como estaba haciendo ahora.Ni siquiera estaba seguro de que se tratase del mismo Sergéi.Y aunque así fuese , puede que su mujer no estuviera allí.Quizá ni siquiera estaba en Ucrania, quizá estaba en casa de alguna amiga, esperando a que Julián le encontrase.Quizá aquel viaje había sido en vano.


Pero estaba harto de reflexionar.Quería recuperar al hombre, más bien al joven, que se levantaba cada mañana con ganas de cambiar el mundo.Esta harto de moderación, quería volver a luchar por causas mayores, arriesgando su vida para sentirse vivo de nuevo, pero sabiendo que, ganase o perdiese, habría merecido la pena apostar.Quería volver a ser el mismo adolescente incorregible y revolucionario, y dejar de ser un esquirol de los que tanto había odiado diez años atrás.Iba a decirle a su mujer "este soy yo", sin pararse a pensar en las posibles respuestas.Dicen que la revolución es cosa de jóvenes.Es mentira.Lo que pasa es que los adultos se dejan someter, de un día para otro asumen su nuevo rol, interpretan que su vida ha cambiado, conocen a alguien, firman una hipoteca.... y de pronto, una mañana se levantan y y se dan cuenta que ya no queda nada de aquel joven impulsivo.Van a pedir una hipoteca y se dan cuenta de que un día ellos quemaron ese cajero.Pero no hacen nada, siguen con su plan de "futuro".Se casan y tienen hijos.De la noche a la mañana, se cambian de bando.


Julián no estaba dispuesto a  acabar así.Quería revelarse contra lo establecido y gritar bien alto "¡Me la suda la inflación,me la suda el IPC y me la suda todas las jodidas mierdas que lleváis años inventándoos para controlarnos!¡Somos el pueblo, joder! ¡Tenemos un poder inimaginable, que ya lo habría querido para si Hen His Khan! Nuestras manos son las que labran sus tierras, las que construyen sus casas y las que arreglan sus coches.Nuestros impuestos llenan de ceros sus cuentas en suiza, y aún así tienen la poca vergüenza de violar nuestros derechos.
¡Maldita sea,soy un jodido ser humano! un ser humano que no solo piensa, si no que desde ahora también actúa.Crisis, desaceleración.... llámalo "x", solo se que no es culpa del pueblo y el pueblo no pagará por ello".


Con esa idea partió por las maltrechas calles ucranianas rumbo a la supuesta casa de Sergéi.Quería ponerle las cosas fáciles a su mujer: le enseñaría quien era, esta vez sin tapujos ni mentiras.Era consciente de que su mujer no le conocía.Siempre había creído que era ella la que había cambiado.Pero no, ella seguía estando como el primer día.Era Julián quien estaba harto de vivir una vida que, desde luego, no era la suya.Estaba harto de aquella pantomima,de aquellos años perdidos por una mujer que le era infiel.Pero todo había acabado.Era consciente de que su mujer renunciaría a su nueva forma de ser, más aún sabiendo que ya no era la primera persona en su vida.Pero en el fondo, era lo que estaba buscando.Ser libre, al fin.


Modificó la lista de reproducción seleccionada.Había emprendido el viaje con canciones melancólicas, como si fuese a ponerse de rodillas ante su mujer.Pero ahora, tan solo una hora después, se había dado cuenta de que eso no era lo que quería hacer.Quería recordar quien era.Apartóse a un lado de la carretera y comenzó a rastrear entre la memoria de su teléfono hasta encontrar una canción que simbolizaba perfectamente su ruptura con el pasado.Más bien, un autor al completo que había puesto música a una vida largamente interrumpida.Tras seleccionar la carpeta "Loquillo", reemprendió la marcha, acompañada ahora por el rock que ponía ritmo a unas letras llenas de sentido.Era como se sentía ahora, lleno de energía caótica que debía manejar, manteniendo la mente fría.Siempre con la mente fría.Podía cambiar, pero diez años no pasan el balde.No podía borrarlos así como así, no sería cuestión de un mes ni de dos,si no de años de esfuerzo, como siempre.Pero esta vez, en la dirección correcta.


Tras hora y media de trayecto, alcanzó la dirección que González le había indicado.Llamó a timbre, y comprobó con horror que la vivienda estaba vacía.Negándose a claudicar, rodeó la casa en busca de vida, con idéntico resultado:nada.Allí no había nadie.Esa era otra de las posibilidades que no había barajado.Julián se negó a regresar con las manos vacías.Se aseguró de que ningún vecino curiosos le vigilase, y empotró una piedra de algo más de cinco kilos contra el cristal de la puerta trasera de aquella vivienda unifamiliar.Tras ello, accedió a la estancia y comenzó a registrarla.No había rastro de su mujer, pues ni tan siquiera lo había de Segei.


Estaba ya dispuesto a claudicar cuando sobre la mesa del salón descubrió una tarjeta que ponía "Hotel оболонки хребта".
Aquella ficha arrojó un haz de luz entorno aquella búsqueda.Se detuvo un momento, pensando que aquello era una locura.Estaba en Ucrania, en la vivienda de un hombre que ni tan siquiera conocía en busca de una pista sobre su ingrata mujer.Por un momento pensó en volver al hotel, rendirse.A decir verdad, ahora que su misión era tan solo hablar con su mujer, ya no corría tanta prisa.


"Que coño, no tengo nada que perder"-Se logró convencer, tirándose de golpe al vacío.

Julián se guardó la tarjeta en el bolsillo tras comprobar la dirección.Antes de abandonar la estancia, se aseguró de que aquello no hubiese sido grabado por ninguna cámara de seguridad.Tras percatarse de que su escandaloso delito quedaría impune, regresó a su coche e introdujo la dirección que indicaba la tarjeta en el GPS.Se trataba de una posada al sur de Chernóbil.Todos los aventureros que se deciden a buscar emociones en la boca del infierno solían alojarse allí.En la galería fotográfica pudo comprobar que el hotel debía estar realmente cerca del área de exclusión, ya que desde el último piso se podía divisar a lo lejos la valla que separaba el infierno de la tierra.

Se dio cuenta que si su mujer realmente estaba allí, podía correr peligro.Debido a su emplazamiento, peligrosamente cerca del área de la misión que las tropas comunistas estaban a punto de llevar a cabo en suelo ucraniano, aquel hotel podría haber sido elegido por tropas de uno u otro bando para resguardarse en las frías noches ucranianas.Debía llegar hasta allí cuanto antes, o ambos podrían correr peligro.

Comprobó desesperado que la tarjeta no contenía ningún número de teléfono.Debía llegar hasta allí como una exhalación si no quería que la conversación con su mujer se convirtiera en un monólogo.

Metió una marcha más y comprobó el GPS.
Una hora, solo una hora más y todo habría acabado.
Estaría de nuevo con su mujer, y podría al fin liberar su maltrecho corazón.


Con el fin de relajar un rato su mente, detuvo su gastada lista de reproducción y encendió la radio.Rastreó las sintonías, en la procura de algo interesante, cualquier cosa, que consiguiese liberarle un rato de sus pesadas cargas mentales y le hiciese sentirse libre, aunque fuese por un segundo.

De pronto, tuvo que detener la búsqueda.Creyó escuchar "Ukrainian Civil War" en la sintonía de la radio internacional.Se detuvo asustado y comenzó a escuchar.Efectivamente, había oído bien.Continuó escuchando.Pese a que el inglés nunca había sido su fuerte, pudo comprender como había sucedido todo.Hablaban de terroristas comunistas que intentaron dar un golpe de estado.Según ellos, fue tras esto cuando las tropas rusas invadieron ucrania en favor de los fascistas.Al final, había sucedido.Rusia había roto las apariencias y se había volcado en el conflicto.

Pese a esta última noticia, que incitaba a Julián claudicar en su empeño, no paró.Metió quinta y continuó rumbo a la oscura boca del lobo.Si iba morir, sería tras decirle a su mujer quien era. 

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