sábado, 31 de marzo de 2012

Capítulo 31:Sabía Demasiado

Sergei se despertó en una habitación mugrienta y sombría, sobre una camilla incómoda, rodeada esta por varias bandejas retráctiles en cuya superficie se amontonaban decenas de aparatos quirúrgicos junto a diversas jeringuillas cuyo contenido no fue capaz de identificar.


Ante el, una silueta borrosa, casi inapreciable, que poco a poco fue descubriéndose ante sus ojos, hasta mostrarle a la perfección el rosto de un hombre alto, de unos treinta y cinco años, pelo castaño y ojos azules, el cual pareció resucitar cuando comprobó que Sergei había regresado en sí.


Tras pronunciar unas palabras que apenas pudo seguir por el movimiento de sus labios (aún borroso ante sus ojo), dos hombres que hasta ahora custodiaban la puerta de entrada de aquella sala se acercaron y comenzaron a dirigir la camilla, que atravesó lentamente los largos pasillos de aquel misterioso y  psicodélico cruce entre un manicomio y hospital de campaña.


A medida que el resto de los sentidos comenzaban a reactivarse , pudo darse cuenta, por ejemplo, de las apretadas correas que apenas le permitía mover el brazo unos escasos centímetros.
Escandalizado, comprobó con horror que aquellos hombres no eran de los suyos.Y entonces comenzó a recordarlo todo


Recordó como avanzaba por los fríos y contaminados bosques de Prypiat, cuando una patrulla enemiga les capturó.Recordó también las miradas tan vacías como muertas de algunos de los soldados enemigos, quienes obedecían más al estereotipo de simples "carne de cañón" que a valientes soldados con facultad de decisión.


¿Que habría pasado con el resto de su grupo? Quizá habrían muerto, quizá el gélido clima ucraniano había ingerido ya todos los restos que no pudieron ocultar las balas.Pero por una razón o por otra, sabía que lo descubriría en breve.


Al fin, la camilla detuvo su obligada andadura por los corredores centrales y se introdujo por una puerta situada a la izquierda del mismo.Ahora la vista ya no le fallaba, de modo que pudo observar con total resplandor la cara del hombre que le aguardaba sentado sobre una incómoda silla."¡Vicente!"Exclamó Sergei, acompañado de su siempre fiel acento ruso.


Al escucharlo, el hombre que permanecía sentado sobre la silla, observando el suelo pensativamente, decidió levantar la cabeza y contemplar al hombre que acababa de entrar, no precisamente por su propia voluntad, en aquella sala.


-¿Sergei, eres tu?-Preguntó el hombre, cuyos ojos se habían inundado de esperanza repentinamente.


-¿Vicente? Menos mal, creía que esos cabrones te habían matado


-No te daré ese gusto, compañero.Aún no.¿Que harán con nosotros?


-Supongo que creerán que estamos al mando de la toma de Prypiat.Buscarán información.


-¿Información?


-Exacto, información de la que nada sabemos.Pero no se darán por vencidos, nos apretarán las tuercas hasta que...


-¿Hasta que?


Vicente lamentó haber dicho aquello, que había sido fruto de un acto reflejo.Como única respuesta, la mirada muerta y derrotista de Sergei.Esa mirada casi constante, tan solo modificada de vez en cuando cuando el frío ucraniano decidía olvidar que había dejado el Vodka, provocaba en Vicente una sensación aterradora en una situación normal.Ahora, con el dúo encerrado en un lugar desconocido y a merced del enemigo, ese efecto se intensificaba hasta límites insospechables 


La habitación quedó envuelta durante unos segundos en un completo silencio. La saliva corría por ambas gargantas, mientras sus cerebros intentaban buscar una salida a aquella pregunta.No la había.En realidad, si había una.La que nadie quería escuchar.


Pero el silencio no duró mucho.Los hombres que habían llevado la camilla hasta aquella sala entraron de nuevo en la estancia.Cogieron a Vicente por los brazos y se lo llevaron fuera del ángulo de visión de Sergei, pese a su sólida resistencia,


-¿Es usted Sergei Svladischi?-Preguntó uno de los hombres del grupo, cuya voz, suave y aterciopelada, desentonaba claramente con lo que Sergei habría podido esperar de un oficial.No obstante, su alta estatura y su cuerpo fuerte y fornido, así como su mirada intimidadora y su cabeza rapada provocaban en Sergei la sensación clasista que se podía esperar que crease su voz.


-Depende de quien lo pregunte-Dijo Sergei, dispuesto a no colaborar


-Estaba usted en Prypiat.Puede usted ser acusado de terrorismo.Con las leyes ucranianas, podrían caerle más de cincuenta años.Si lo prefiere, puede colaborar con nosotros.Mañana puede estar cenando con su familia.


-Buen intento, pero no lo ha conseguido.Me matarán de todas formas.NO venderé a mis camaradas por mucho que me apunten con sus fusiles.


-Sabemos de sobras que no cederá por intimidación, es superior a todo eso.Pero tenemos aquí una jeringuilla que lleva su nombre, "Virus del miedo" se llama.Es experimental ,pero se espera que pueda fomentar el miedo mediante la segregación de dopamina.


-Ya, un nuevo "virus de la verdad", ¿no es así?.Los creía más listos a los rojos.Después de todo, han echado un pulso más que digno contra nosotros.Usted debe ser la excepción.-Dijo Sergei, fingiendo una falsa tranquilidad.Sabía que hacer aquello era un arma de doble filo, pues o bien acababa libre o bien muerto.Pero pensó que merecía la pena arriesgarse.


-No sea patético.El virus del miedo no le hará cantar.Pero puede que la posibilidad de que usted mate a su mujer, si lo haga.Este virus conduce al infectado a un estado de locura irremediable.Es algo así como la rabia en personas, sorprendente.Morirá a las 72 horas, dejando tras de si decenas de nuevos infectados.
Sus amigos, su familia,  todos muertos.Afortunadamente, tenemos un antídoto.Usted dirá.Pero le advierto que el tiempo se le acaba.Dos horas después de que el virus comience a correr por sus venas, dejará de actuar con cordura .Aunque reconozco que no será un gran cambio para usted, cuatro horas después de la infección sus órganos comenzarán a desgarrarse.No habrá vuelta atrás.


-Ya, la estrategia del virus mortal y el antídoto.Con quien cree que está hablando, ¿con un niño de 5 años?.


-Esperaba que dijera eso. Eh aquí las pruebas que corroboran mis palabras.Traedle de nuevo-Ordenó el oficial.


Uno de los soldados abrió una puerta situada al fondo de la estancia, en el extremo contrario por el que Sergei había accedido.Tras ella, apareció de nuevo Vicente, con la camisa rasgada y el cuerpo lleno de arañazos.


-¿Que coño te han echo?-Preguntó Sergei


Vicente no le respondió.Se le quedó mirando durante unos segundos, tras los cuales se abalanzó sobre él como una bestia.Sergei se deslizó hacia la parte trasera de su camilla, huyendo del irreconocible Vicente.No fue eso lo que impidió que le tocase, si no los grilletes que llevaba atado a ambas piernas, que le impidiron avanzar mas allá de la puerta.


-Hijo de puta, vas a morir- Creyó entender Sergei en el único sonido que salió de la boca de Vicente.Más que una frase estructurada, había sido un sordo gruñido.Tras ello, corrió a refugiarse en una de las esquinas de la estancia, se tapó la cara y cual niño pequeño comenzó a llorar


-¿Que le pasa?-Preguntó Sergei, escandalizado.


-Está bajo los efectos del miedo extremo.Se ha vuelto un ser casi irracional.No distingue entre amigos y enemigos, no tiene miedo pues el miedo es su modo de vida.Y lo que es mejor, conserva todos sus conocimientos.Puede manejar una pistola o empuñar un fusil, pero no puede pararse a distinguir entre soldados o civiles.Es perfecto.Imagínese despertarse en su casa, dentro de cuatro o cinco horas, en su cama junto a su mujer y con una pistola en la mano.Producto de una ira irracional, abriría fuego contra todo aquel que hubiese en su casa.Sus hijos, su mujer, sus padres.... No contento con ello.Saldría a la calle.Y ahí se desataría una verdadera masacre.¿Cuando cree que puede tardar en llegar una unidad de las fuerzas especiales?.En Kiev puede que tan solo unos minutos, pero en Tserkwa, en donde viven sus padres...
Puede que una hora o dos.Suficiente para matar a cien o incluso doscientas personas, si hay suficiente munición para todos.Y le aseguro que si la hay.


-¿Puede salvarse él?-Preguntó Sergei, quien aún pensaba en Vicente


-¿Este hombre? Podría, por supuesto.Pero no tenemos ninguna intención de gastar el exclusivo brebaje en simple "carne de cañón".Sin embargo usted...


-Está bien, colaboraré.Pregúntenme lo que quieran.


-Me alegra que haya tomado esa decisión.Lamentaría mucho tener que matarle.


-No sea hipócrita, usted celebraría mi muerte, como el resto de sus "camaradas". 


-Ciertamente, pero es usted un hombre inteligente.Sería para mi una verdadera pena desperdiciar su talento.Permítamene decirle que se equivocó de  bando.


-Se lo permito, pero no lo aprecio.


-¿Me desprecia, verdad, Sergei?


-Citando a Bogart, "Si llegase a pensar en ti, posiblemente lo haría".


-Me alegra comprobar la similitud entre nuestros gustos cinematográficos.


-Si no le importa, prefieron hablar de ellos en otro momento.Si usted dice la verdad, apenas debe quedarme media hora de cordura.Y dudo que usted decida arriesgar su "preciado brebaje" una vez sea un monstruo.


-Por supuesto.Sabemos por nuestras fuentes en el gobierno ruso que cada cierto tiempo se reúnen en Moscú los principales líderes fascistas.Héroes de guerra, generales, y empresarios que financian al grupo terrorista junto a Putin y Makarov, máximos dirigentes de Rusia.¿Cuando se celebrará la próxima reunión?


-Se celebra una cada tres meses.La última fue en enero, así que habrá otra este mes, posiblemente la semana que viene.Se dice que será la más grande de todas las celebradas hasta ahora.Serán invitados varios presos que cayeron capturados en misiones contra comunistas.También nacional socialistas alemanes ajenos hasta ahora a la organización.-Respondió Sergei, a quien no le importaba ya que fuese de sus camaradas, si no tan solo su vida y la de su familia.


-¿Ve como no era tan difícil? Aquí lo tiene- El oficial le entregó una pequeña botella en cuyo interior yacía un líquido que Sergéi no había visto nunca. Absorbió su contenido con sorprendente rapidez, siendo consciente de que el tiempo se le acababa.


Nada más acabar de beber, cayó al suelo, al tiempo que comenzaba a expulsar espuma por la boca.


-¿De veras creía que le dejaríamos marchar?.Sabe demasiado como para ello.O bueno, sabía- Dijo el oficial dejando escapar una sonrisa macabra.


Haciendo gala de una cordialidad similar a la de los soldados japoneses, quienes realizaban "actos purificación " tras finalizar cada combate frente a los americanos en la segunda guerra mundial, el hombre que había envenenado a Sergei se quitó el sombrero de pana y se arrodilló ante el cadáver.Tras un minuto de silencio en honor al muerto, se despidió diciendo "Hijo de puta, sabías demasiado.No pude evitarlo"

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